lunes, 24 de agosto de 2009

Sobre cartas y sobres

Sobres siempre me han acompañado en la vida, como a todo el mundo, hace tiempo, cuando no existía Internet, intercambiaba largas cartas con los amigos distantes. Después pasé un tiempo sin comunicación, y retomé esa costumbre a través de E-mails, pero no es lo mismo, ya nunca más fueron largas cartas, sino mensajes, y si bien algo hemos ganado en cuanto a la rapidez, algo mucho mayor se ha perdido con el advenimiento de esta virtualidad en las comunicaciones.

Y escucho a Alejandro del Prado en el “Tanguito de Almendra” para situarme por esos tiempos.


Te acordás cuando escuchábamos Almendra
en el winco reventado de una siesta
era el tiempo en que navajos preceptores

perseguían nuestras nobles cabelleras.


Con Los Beatles dominando mi cabeza
la guitarra me soñaba ser eléctrica,
y una Nucifor total bien psicodélica

nos hacía poderosos en la fiesta.



Y no eran las batidas de una Nucifor las que anunciaban la llegada de las cartas, sino le voz del cartero, que ahora solo se dedica a entregar cuentas para pagar. Que no es lo mismo recibir físicamente una carta, tenerla en la mano, tocarla, y ver la letra, sentir la presencia en el temblor del trazo, en los cambios de tamaño o de la fuerza puesta en la birome. No, definitivamente no es lo mismo que recibir esta cosa impersonal toda parejita en tamaños y fuentes.

Las cartas no son las mismas, y tampoco “nosotros los de entonces ya no somos los mismos” decía Neruda, pero hablando de otra cosa, o no.


Si algo ha cambiado, eso es nosotros
por suerte hermano, después de todo
sobrevivimos a la gran pálida

mata podernos encontrar.



Cartas y reencuentros, pero no es de esto que hablamos por aquí, en estos lugares hablamos de origami, y también podemos hablar de sobres, ya que existe una base que se llama así, “base sobre” o “base blintz”, y que curiosamente no es la baseque genera este sobre.

Todos los que dan cursos de origami se encuentran con una cuestión al momento de preparar los kits de papeles para los participantes del curso, y siempre acaban en una bolsita de plástico, elemento antiorigamistico por excelencia, por lo menos el polietileno, que yo he doblado algunas piezas en PVC; decía, mi solución a este problema o contradicción fue esta:


Un sobre de origami. Y, como en ese curso usaba papeles de dos tamaños, de 15 y de 20 cm. necesitaba dos compartimientos diferentes, entonces hice este sobre que si bien por fuera parece simple, en su interior tiene tres compartimientos con la particularidad que el del medio es en diagonal lo que nos da la ventaja de que los papeles de 15 cm. van apoyados en un vértice, creando asi un visual interesante.


Y si hoy uso el pelo largo es porque puedo.
Huele a tango y rock and roll lo que te cuento.

Cosas raras de este punto del planeta,

nuestra historia es la pregunta más compleja.


El original fue hecho en papel madera, un toque rústico para contraponerlo a la suavidad de los papeles para origami. Haciendolo con un papel de 50 x 50 cm. nos queda un sobre de unos 23 x 23 cm. (que no entra en el scanner).


Te acordás cuando escuchábamos Almendra
en el Winco reventado de una siesta.

Sin pensar que aquellas ondas, su polenta

marcarían la cultura en esta tierra.



Como el modelo terminado tiene tres bolsillos tenemos la posibilidad de colocar también un tercer tamaño de papel, más chico, o rectangular pequeño, para poder ver el cambio de los tres tamaños.




Si algo ha cambiado, eso es nosotros
por suerte hermano, después de todo

sobrevivimos a la gran pálida

mata podernos encontrar.

Sobrevivimos a la gran pálida

hoy quiero verte bailar...



Y es eso mismo, sobrevivviendo y comunicandonos, y, si bien este sobre no sirve para mandar cartas propongo desde aquí la retomada de este viejo y ultra pasado método de comunicación, la vuelta a las cartas, los sobres, y las estampillas, Será que todavía hay quien las coleccione??? y donde será que fueron a parar las estampillas de mi colección?

Dudas para compartir con los amigos, esos que recibían largas cartas, de un tal Gregorio, desde un lugar distante llamado Morro de São Paulo, y para quienes va dedicada esta melancólica entrada. Un abrazo.